Querido Juan, ahora Joan:
Tus apellidos son tan requetecatalanes que
hasta hace poco, no has decidido cambiarte el nombre.
Contesto, primero a lo más delicado. Me
preguntas, al final de tu e-mail de ayer, cómo llevo lo de la Independencia y
si me he hecho ya con el pasaporte por si tengo que ir corriendo a esa querida
Barcelona. No sé qué pensarás tú sobre la independencia, ni lo que piensan en
Madrid; no hago encuestas y los temas políticos son muy complejos y, además, complicados, en el sentido de que pueden traer complicaciones con familiares,
amigos y conocidos.
Los ingleses consideran una falta de educación
hablar de sexo, religión y política (creo; no recuerdo si me dejo algo ni si es
ese el orden, además hablo de leídas, no conozco a ningún inglés ni hablo su
idioma ni he estado jamás en la G. B.), pero como tú eres mi amigo, te voy a
ser sincero. Sé que contigo no tendré ninguna complicación, espero con el resto
de amigos y familiares tampoco. Me voy a mojar.
Yo no soy catalán, (sólo lo fui cuando allí
decían que eran catalanes todos los que vivían y trabajaban en Catalunya y ya
no es mi caso) sino manchego, de Albacete capital, y ahora de un pueblote
manchego grande que es la capital de España, donde no conozco si tienen un lema
parecido (en el sentido de “Es madrileño…), pero desde luego todos acogemos y
nos sentimos acogidos por todos; pero, después de albaceteño, emigré a Cáceres,
y de allí a BCN, donde, al principio, se me hacía la picha un lío con el equipo
del colegio y con el de la ciudad (SAFA -Sagrada Familia- y BARÇA -ja ho saps-)
y cuando dije que era de Albacete me dijeron: «¡Ah, sí, las navajas!» y cuando
dije que luego había vivido en Cáceres, me dijeron: «¡Ah, sí, las Hurdes». Todo,
topicazos muy halagadores. Aquí, en Madrid, tienen un dicho: “En Albacete, caga
y vete”. Yo les contesto que a Albacete llegaron, —como en el chiste de Eugeni
(“¿El saben aquell que diu…?”) que se presentan para bucear en la marina un
gallego, un cántabro, un catalán y uno de Albacete que se había buceado toda la
Mancha, del uno al otro confín, por debajo, claro—, por aire, las primeras
Brigadas Internacionales. No lo sé porque me haya empapado de historia, sino
porque se lo leí a Ernesto Sabato (pronúnciese Sábato, pues el apellido del
genial argentino no es español, sino italiano) en su libro “España en los diarios de mi
vejez” que me dejó una amiga argentina que ha jurado la bandera española, con
gran emoción, y que habla y escribe el español
peninsular muchísimo mejor que el promedio de los nacidos en nuestra nación. Y
con la que, por cierto nunca hemos hablado de este tema ni de la Presidenta del
Gobierno argentino. Supongo que porque los dos somos muy educados y no
disponemos de tiempo para perderlo con semejantes asuntos.
A mi me dieron clases de Derecho Político el
catedrático don Manuel Jiménez de Parga (granaíno) y el profesor adjunto en
Jordi Solé Tura (catalán de Mollet del Vallés) y a ambos, doctores en Derecho entonces, los recuerdo con afecto.
Suelo evadir estas cuestiones independentistas haciendo alusión a ellos y
preguntando la diferencia entre nación y estado. Sé que se escribían con
mayúscula, pero ahora no me apetece. Además, la RAE está ocupada en palabras
como serendipidad y otras tan geniales como ésa.
A pesar del recibimiento, cuando tuve 10 años
en BCN, recién llegados, mis padres siempre nos aconsejaron aprender catalán,
de manera que aunque no lo hablaba, a los 17, tras siete años de acostumbrar el
oído, entré en mi librería preferida y pedí, cuando ya entendía el catalán de
ciudad, (la conversación fue toda en catalán, sin utilizar el castellano en
absoluto, sino el francés cuando no sabía decirlo en catalán, entonces mi nivel
de francés era alto, aún recuerdo a mi profesor belga) y pedí una gramática catalana. Me
dieron la Arimany, que aún conservo y hasta ahora.
Otro tópico: los catalanes, de la virgen del
puño y los andaluces gandules y bebedores. Y un chiste sobre sorianos para
desmontar el primero de los dos de este párrafo: ¿Sabéis por qué los sorianos
no tienen nevera? ¿Por el frío de Soria? Pues no: porque ignoran que cuando
cierras la puerta se apaga la luz. También podría aplicarse a los de Lepe, pero
con el calor que hace seguro que la comprarían aunque pensaran eso (no sé de
dónde les viene el tópico de que son medio lelos).
Yo estoy convencido que hablar varias lenguas
aumenta el cociente intelectual o al menos algunos de los cocientes (acuérdate:
el dividendo, el divisor y el resultado, COCIENTE, no coeficiente) que pueden
medir cada una de las inteligencias que van descubriendo, pero a veces lo dudo.
Según esa teoría, los catalanes se darían cuenta de la manipulación, pero no
estoy muy seguro.
Desde luego Mas no merece ni un minuto de
atención, pero el oponente político del gobierno de España, no se sabe si es
que no acierta a expresarse, si le gusta a veces exagerar su galleguismo o es
que no tiene ni idea ni quiere que la tengamos los demás. Lo cual es una suerte
para Mas y una desgracia para menys y para todos los españoles; incluidos, a mi
modo de ver, los catalanes (pero yo soy de ciencias y a la historia nunca le he
hecho demasiado caso y de todas formas no me hubiera servido de nada porque me
dirían que cuando me la enseñaron en el colegio estaba manipulada por los franquistas
y yo arguyo que ahora en Cataluña por los independentistas), que opino son tan
españoles como yo.
Mi hermano independentista, el otro día me
reprendió porque caminábamos deprisa y yo le hablaba y, como él iba por
delante, de vez en cuando le tocaba el brazo para ver que me prestaba atención.
Y entonces yo le dije: «Pues mira. Ya puestos a corregir, la forma que tienes
de mirar, clavando la mirada en el que tienes delante, es una falta de
educación y una impertinencia» y me contestó: «Ildefonso, no puedo mirar de
otra manera. Es cuestión del yoga y de la meditación. Se me han abierto los
ojos. Es algo que pasa cada mil años, por ejemplo, como con Buda o… (ya no
recuerdo quién más, esto fuera del entrecomillado, es mío)». Me callé. Pensé
que a mi se me estaba abriendo el tercer ojo, el del c… de tanto aguantar
gilipolleces. Y es que además, para más INRI, me hizo dudar de si hablaba en
serio o se estaba quedando conmigo.
¿Recuerdas cuando contabas que tu padre, de
pequeño, te llamaba plomín, y no sabes por qué sería? Pues ya ves que tu padre
no me conocía. Si hubiera tenido la desgracia, te habría seguido llamando plomín; pero a mí, plomazo.
No leo la prensa apenas, hago como un amigo mío
que dice que a él no le lee nadie, así
que él tampoco va a perder el tiempo en leer artículos de opinión ni menos
noticias. Claro que es un tipo peculiar (bueno, todos lo somos). Que yo sepa,
él tampoco escribe. También dice que no vende ninguno de sus cuadros por menos
de 1.500 € y añade que aún no ha vendido ninguno, se los queda o los regala. No
es tan plomazo como yo, ni tan poco como tú, plomín. Es simplemente un plomo.
No tiene Internet y es anti ordenador, anti computadora y anti pecé, como
escriben los de “El País”, que me hicieron pensar en el recientemente fallecido
Santiago Carrillo. Otra cosa muy curiosa que leí en el titular de una carta al
director del semanal del citado diario de ayer, en la que hablaban de
escritores que plagian mediante el copio y pego es que había titulado “cortar y
pegar”, corrigiendo indebidamente al lector que se había dirigido a ellos, como
estoy harto de oír en TV, y es que la gente habla de oído y cada vez es más
obtusa, pues el tema no es tan abstruso a mi modo de ver.
Bueno, pues al grano: Mi opinión, puede que
equivocada, es que Mas está utilizando una idea que consiste en copiar una forma
de hacer y discutir de un programa de
“sang i fetge” o “triperia” (casquería para los castellano hablantes,
literalmente sangre e hígado) para, a través de una manifestación justificar su
fracaso de gestión y no aguantar sus cuatro años de legislatura. Siempre es
bueno que haya niños para echarles la culpa. En este caso “Espanya”.
Aquí aguantamos a Rajoy, es lo que hay.
En fin, te recomiendo la lectura del artículo
que publicó ayer la revista El País Semanal, en “Intro” PALOS DE CIEGO,
titulado “La gran decisión” Por Javier
Cercas, en el que se resalta tipográficamente: «Votamos si la independencia
es la solución o una cortina de humo».
Finalmente, tras este preámbulo, mi opinión
personal es que si consiguen la independencia, será peor para ellos, para el
resto de españoles, para el resto de europeos y para el mundo.
Y, otrosí, aunque no consecuencia del párrafo
anterior, es que no pienso volver a votar en mi vida. Como por otra parte hace
un sobrino mío de unos treinta años que nunca ha perdido el tiempo en hacerlo.
No, hasta que no se acabe la partitocracia, que decían en la asignatura de FEN
(Formación del Espíritu Nacional) y que, desgraciadamente, es lo que hay, a mi modo de ver, hasta que no consigamos listas abiertas. Y, si se consiguiera, aún así me lo
pensaría.
He dicho.